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19 may 2022
Colegiado del mes
Gerente de Q.Verd Jardiners. Colegiada del CETAFC (Cataluña).
Este mes conocemos a Gisela Andrés i Pujol, gerente de la empresa de jardinería 'Q.Verd Jardiners'. Su pasión por las plantas le llegó de forma inesperada gracias a un examen de COU suspendido. Nunca pensó en estudiar Ingeniería Agrícola, pero ahora es una férrea defensora de esta profesión y de todo lo que aporta al sector agroalimentario y a la sociedad.Ella siempre se sintió parte del colectivo profesional y por ello se colegió nada más graduarse. Durante varios años ha sido parte activa en la delegación de Tarragona de su colegio, el CETAFC, y desde 2019 es secretaria de la junta de gobierno paritaria liderada por la decana de este colegio, Montserrat Bas.Os dejamos con esta compañera vitalista, que reclama más presencia de ITAS en la elaboración de proyectos de jardinería y más presencia de mujeres en los órganos de representación de nuestra profesión.
El caso es que fue al revés. Yo quería estudiar jardinería y paisajismo y esa especialidad se daba en la carrera de Ingeniería Técnica Agrícola en la Universidad Politécnica de Barcelona. Lo más curioso es cómo llegué a ella. Por mi cabeza nunca pasó estudiar una carrera de agronomía pero tuve que hacer la selectividad en septiembre y cuando pude matricularme en la universidad ya no quedaban plazas en Forestales, que era mi idea. Así que ese año lo empleé en hacer un Ciclo de Grado Superior en Gestión y Organización de Recursos Naturales y Paisajísticos, y me encantó. Por ello, cuando llegó de nuevo el momento de matricularme en la universidad me fui de cabeza a Ingeniería Agrícola, con el objetivo de formarme en la especialidad de jardinería y paisajismo.
Fue sorprendente. Yo no sabía lo que era la Ingeniería Técnica Agrícola, me imaginaba que algo relacionado con agricultura, claro, pero la sorpresa fue descubrir que va mucho más allá y que ofrece un abanico enorme de oportunidades laborales.
Nuestros conocimientos técnicos son esenciales en jardinería y paisajismo. Sin nuestra visión, que está enriquecida por conocimientos agronómicos, los proyectos no funcionan. Así de claro.Sin embargo, la mayoría de los proyectos los suelen hacer o arquitectos o ingenieros civiles, incluso industriales. En los planos sus árboles quedan ideales, pero esos árboles, si no están bien elegidos, crecen más de lo previsto, sus raíces levantan las aceras, entran en competencia con los voladizos de los balcones… A veces son de especies que no están adaptadas al clima donde van a estar, lo que puede conllevar problemas de plagas, entre otros. Todo esto no pasa si en el proyecto hay un Ingeniero Técnico Agrícola que aporta su conocimiento sobre estas cuestiones.Afortunadamente creo que esto está cambiando, aunque aún hace falta mucho trabajo de concienciación a los políticos. Es importante que entiendan que en las ciudades necesitamos espacios verdes de calidad, que hace falta renaturalizar las ciudades y hacerlo bien.
En eficiencia se ha avanzado mucho, especialmente con el riego. Ahora mismo los programadores están muy perfeccionados. Capaces de detectar si ha llovido lo suficiente y la tierra tiene la humedad necesaria como para no tener que activarse. Además se controla desde el móvil de manera sencilla.La vegetación que utilizamos está cambiando. Por ejemplo, se está dejando de lado el césped, que necesita mucha agua, y se siembran prados, que sin riego o con riegos esporádicos se consiguen unos resultados excelentes y cambios cromáticos a lo largo del año. Las especies que utilizamos son mediterráneas, que necesitan menos agua y son capaces de resistir las condiciones climáticas y cada vez más plantamos especies autóctonas.En cuanto a los tratamientos químicos, se van reduciendo. Antes se aplicaban tratamientos antes de que hubiese plaga, como previsión. Ahora no. Solo se actúa si hay plaga y con tratamientos biológicos y fauna en detrimento de los químicos. Esto nos obliga a que haya mucha más atención sobre el estado de las plantas, porque hay que actuar solo si es necesario y en el momento idóneo.
Introducimos aquí la pregunta que te lanza la colegiada que entrevistamos el mes pasado, Rocío López, directora de marketing de Bioline Iberia.
Cada vez se le da más importancia y aparecen más posibilidades aplicables a los espacios verde. Por nuestra parte, aunque no sin dificultad, cada vez aplicamos más técnicas de control biológico. Las entidades públicas para las que trabajamos, tienen mucho camino por andar todavía en este aspecto, ya que la forma de trabajar con productos químicos es totalmente distinta que con productos biológicos, se requiere de más trabajo por parte de los técnicos y los resultados no son tan obvios.
Complicado y apasionante a la vez. El aprendizaje es brutal, porque aunque seamos técnicos hay que tener conocimiento de gestión, recursos humanos, relación con la administración, con los clientes, gestión de la cartera de cobros y pagos… Tiene momentos complicados. Nosotros solo nos dedicamos a la jardinería, y es un lujazo, pero la contraparte es que el abanico de servicios es limitado. Mantenernos en el mercado con 22 trabajadores es todo un reto, y en todo momento estás batallando entre las empresas grandes y las muy pequeñas. Las pymes estamos pasando época complicada.
Yo creo que es esencial. En todas las profesiones, supongo, pero en la nuestra seguro. Surgen nuevas tecnologías, sistemas de gestión más innovadores, cambia el paradigma de la sociedad… Tienes que estar al día, saber lo que está pasando en las grandes ciudades, qué piensan los profesionales de referencia, etc. Y esto lo consigues gracias a la formación continua… Si te quedas encerrado en tu empresa llega un momento que no ves más allá de las cuatro paredes y, fuera, las cosas cambian.
Yo me colegié nada más acabar la carrera, porque o crees o no crees en los gremios, en los colegios… Y yo creo. Estuve muchos años en la junta de mi demarcación de Tarragona, y allí conocí a Montserrat Bas, la actual decana del CETAFC.Había que hacer un cambio y ella que se quería presentar con un proyecto nuevo del que me propuso ser parte. Lo primero que pensé fue cuánto trabajo se me venía encima, pero me atrajo el reto de hacer una junta paritaria, al menos el núcleo. Y tiré adelante con ilusión.
Es complicado. Las mujeres tenemos una carga importante de trabajo familiar. Y a veces no es real, porque si tienes pareja compartes responsabilidades, pero muchas veces es una imposición que nos generamos nosotras mismas. A mí me sucede. A veces tiendo a culpabilizarme por robar tiempo a mis hijos, a mi familia.¿Cómo cambiar esto? Es complicado. Pero de verdad creo que es importante que las mujeres cojan cargos directivos porque cada vez somos más mujeres ingenieras, y para que nuestra voz se escuche necesitamos estar en estos cargos. También tenemos otra forma de gestionar, más transversal, más conciliadora…
Para mí es esencial. Incluso aunque a priori no vayas a hacer proyectos. Es una manera de estar en un colectivo que entenderá tus necesidades profesionales y formativas. Que te asesorará siempre que lo necesites. Es una cuestión de voluntad, de tener ganas de pertenecer a un colectivo similar a ti. Es mucho mejor que ir juntos que solo. La unión hace la fuerza.
Hemos demostrado durante la pandemia que somos profesionales esenciales. No obstante, creo que tenemos un problema de autoestima como colectivo y no tendría que ser así, porque somos súper potentes y participamos en algo tan importante como alimentar cada día a los habitantes de este mundo. Es necesario dar a conocer nuestra profesión y todo lo que aportamos al sector agroalimentario.
Por otra parte también hay que destacar nuestro trabajo a la hora de hacer las ciudades más vivibles haciendo entrar el verde en ellas, la infraestructura verde cerca de las personas que están concentradas en las urbes se ha demostrado que es vital para la salud mental y física de las mismas. Y la pandemia también lo ha puesto encima de la mesa sobradamente, haciendo que los espacios verdes públicos fueran los grandes polos de actividad y respiro debido al confinamiento.
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