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2 oct 2019
No sabemos si el color favorito de José Enrique Sanz es el naranja, pero tiene muchas papeletas, ya que ese color es el que marca su día a día. Él es Ingeniero Técnico Agrícola, colegiado del COITAVC, y desde 2013, gerente de la IGP Cítricos Valencianos. Desde su puesto, al que afirma que no habría llegado sin toda la formación y trayectoria profesional que le ha dado la Ingeniería Técnica Agrícola, lucha contra gigantes, que en su caso no son molinos, sino que tienen nombres tan contundentes como Mercosur, grandes superficies y globalización. Como herramientas de trabajo cuenta con las mejores, la calidad y la seguridad alimentaria que proporciona contar con un sello como el que otorga la IGP Cítricos Valencianos, y que cada vez más supermercados y consumidores deciden elegir.
Pues que es un gran perjuicio para el sector citrícola valenciano, que tendrá que competir en desigualdad de condiciones con estos países terceros. El problema se genera en que los costes de producción en estos países son ínfimos en relación con los nuestros y se comete dumping social. Espero que aun se pueda modificar en algo el acuerdo y no sea tan agresivo para nuestros intereses. Al menos, desde la Unión Europea se tendrán que fortalecer los controles fitosanitarios a estos países y, especialmente, vigilar que se cumplen con las exigencias en calidad y seguridad alimentaria dentro del territorio europeo.
Es lamentable el escenario internacional actual para la citricultura valenciana. El ya mencionado Mercosurllega para sumarse a todos los casos anteriores de países terceros, que exportan cítricos a Europa con demasiadas facilidades: Sudáfrica, Egipto, Marruecos, Turquía, Israel, etcétera… Además del producto en fresco, también tenemos la batalla del zumo, amenazado nuestro zumo exprimido al 100% frente al zumo concentrado procedente de Brasil, que por lo visto en pocos años va a tener muchas facilidades para llegar a Europa en grandes cantidades. El sector debe trabajar unido a muchos niveles para combatir todos estos frentes y la IGP es una herramienta que no deben dejar pasar.
Actualmente soy Gerente del Consejo Regulador básicamente porque en su día estudié Ingeniería Técnica Agrícola. Cuando terminé la carrera empecé de prácticas en la cooperativa citrícola de mi pueblo, Ribarroja, y por fortuna me contrataron más adelante y trabajé allí unos 10 años en campo y en control de calidad. Allí certificábamos producto con la IGP y en 2007 recibí la oferta de entrar como Responsable de Calidad en el Consejo Regulador. Así fue como más adelante, en 2009, pasé al puesto de Director Técnico y finalmente en 2013 cubrí la vacante del gerente hasta la actualidad.
En mi caso, le da una perspectiva global del sector citrícola valenciano, ya que has pasado por todos los escalones, desde el cultivo en campo, asesoramiento del agricultor, distribución de cuadrillas en campo, control de calidad en almacén, trabajo en equipo para coordinar la venta del producto en función del cliente, certificaciones varias… Todo un perfil técnico y con cierta experiencia comercial que casa a la perfección con las funciones de Certificación y Promoción que necesita un Consejo Regulador. Además, no soy el único Ingeniero Agrícola de la IGP, tengo dos compañeros más que también tienen experiencia en las distintas fases de nuestro sector.
Los Ingenieros Técnicos Agrícolas son imprescindibles en nuestro sector, y los verdaderos responsables de la modernización del sector en los últimos 30 años. Lo digo así de tajante porque lo he vivido. Ha sido una figura que ha unido a todos los escalones de la empresa: ha asesorado al agricultor o bien ha dirigido el cultivo directamente, ha coordinado la recolección en función de la calidad demandada, ha implantado controles de calidad y certificaciones en las plantas de confección, ha apoyado al departamento comercial, ha coordinado la prevención de riesgos laborales, y en la mayoría de los casos ha incentivado el trabajo en equipo de la empresa al tener un puesto de nexo de unión. Además, gracias a la red de ATRIAS/ADV´s, ha sido capaz de compartir información técnica con los técnicos de la competencia para la mejora común. En definitiva, una empresa citrícola, hoy en día, no se puede permitir el lujo de no tener técnicos de calidad.
Los nuevos graduados se van a incorporar en un momento en que los márgenes gananciales en la agricultura son más bien bajos y en algunos momentos se respira el pesimismo. Pero por parte de las cadenas de la Gran Distribución hay una gran demanda de producto certificado por gran cantidad de normativas y, además, el consumidor cada vez es más exigente en calidad, etiquetado y certificaciones, por tanto seguro que hay demanda laboral.
Me gustaría que la mayoría de consumidores a nivel nacional identificase y entendiera el sello IGP Cítricos Valencianos y conociera nuestra marca comercial “Naranja de Valencia”. Y a nivel internacional, que tanto el sello como la marca tuvieran presencia en la mayoría de los lineales de las cadenas de Europa. Si consiguiéramos esto, sería un indicador de que al sector le iría mucho mejor y que el citricultor valenciano todavía tendría un cultivo rentable.
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