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22 jun 2022
Javier Lorén Zaragozano tomó hace 8 años las riendas de la presidencia del Consejo de Ingenieros Agrícolas. Cuando llegó, avisó: “No habrá un tercer mandato”. Y así ha sido. El amor por la profesión de la Ingeniería Técnica Agrícola ha sido su motor durante estos dos mandatos repletos de cambios, retos cumplido y otros que se han quedado por el camino, porque como él dice “siempre hay que hacer autocrítica”. Con esta entrevista le despedimos, y le agradecemos su dedicación y empeño por hacer que nuestro colectivo profesional sea cada vez más fuerte y disfrute con plenitud de todos sus derechos.
En este periodo hemos modernizado el Consejo. Creamos una nueva imagen corporativa acorde con los actuales tiempos, que fue muy bien acogida tanto dentro como fuera; se desplegó una nueva web para adaptarnos a las nuevas exigencias normativas, tales como la ventanilla única y transparencia, y ofrecer nuevos servicios a los colegios y los colegiados: Plataforma para la Formación, Libro de Incidencias y de Órdenes electrónico, visado electrónico, portal de empleo, etc. Una de las principales actividades del consejo es conseguir la actualización permanente de nuestros compañeros, cada día es más patente la necesidad de la formación continua para adaptarnos como profesionales a las nuevas exigencias de la sociedad y el mercado, por eso en este periodo hemos organizado continuamente jornadas, cursos y webinars para abordar diferentes temas de interés colegial. Además, hemos firmado un convenio con el INGITE, para logar un catálogo de formación más transversal.Para visibilizar la profesión y acercarnos a la sociedad, hemos organizado jornadas y hemos tenido presencia en alguno de los eventos referentes del sector agroalimentario español como Fruit Attraction, FIMA, Porc d´Or, etc.. Hemos participado en los medios y escrito numerosos artículos de opinión sobre nuestra actividad y el sector agrícola. Me siento especialmente orgulloso de haber mejorado la comunicación con los colegiados de todo el país a través de las redes, y que sientan que además de su colegio, hay una institución de ámbito nacional que vela por su profesión. También hemos acometido algunas modificaciones estructurales de calado, especialmente en estos cuatro últimos años, medidas que no han sido fáciles de tomar, pero que nos han permitido mejorar la situación económica del consejo lo cual posibilitará acometer otras iniciativas de interés para la profesión. Además, hemos intentado dar a las cosas la importancia que merecen; en estas instituciones, en ocasiones, se tiende a sobrevalorar asuntos que en realidad no son tan importantesPero sin duda, de lo que más orgulloso me siento, es de haber contado con un magnífico equipo humano, tanto en la Ejecutiva como entre los trabajadores, que me ha ayudado a desplegar esta intensa labor desde el Consejo.
Por supuesto. Siempre se debe hacer autocrítica. Y algunos objetivos no hemos conseguido que fraguasen, como por ejemplo que la mayoría de colegios se sumasen a los servicios mancomunados que hemos puesto a su disposición (visado electrónico, minisites, formación) convencidos de las ventajas de trabajar todos coordinados y cada día más agrupados. Hay otro aspecto muy importante que no lo hemos conseguido con el sentido que queríamos: ‘Ser médicos de las plantas’, con cierto estatus sanitario, pero estamos convencidos de que nuestro papel como asesores en nutrición, riego y gestión integrada de plantas, junto con la tecnología 4.0, van a ser cruciales en los próximos años, y ese ‘estatus’ se alcanzará de facto. Como se ha demostrado en la pandemia, somos un sector estratégico, con mucho que aportar para revertir los efectos del cambio climático y seguir atendiendo la demanda de la sociedad de alimentos seguros, sanos y sostenibles.
En el Consejo, como organismo colegiado, todas las decisiones se toman en la Ejecutiva o en los Plenos. Por ello, en primer lugar, palabras de agradecimiento sincero y profundo, para los integrantes de la actual Ejecutiva. Hemos formado un equipo sólido, leal y que ha trabajado sin pedir nada a cambio por la profesión (conviene recordar que son cargos no remunerados).
En este segundo período hemos tenido que tomar decisiones, en ocasiones muy duras, y sin la cohesión de la Ejecutiva hubiera sido muy difícil avanzar. Por ello, aprovecho para agradecer a Carmen Olmo, José Manuel Pardo (han estado los 8 años conmigo) y a Carlos Gilarranz, Rafael Muiños y Eduardo García que completan la actual ejecutiva, su abnegación y lealtad. También mi reconocimiento a otras personas que formaron parte de las Ejecutivas: Montse Bas, Antonio Vergel, Rafael Giráldez, Teresa García y Ramón Lletjos. No quiero olvidarme de nuestros asesores jurídicos, José Antonio y Agustín, que prestan un magnífico servicio, muy bien valorado por los colegios, y que a la Ejecutiva nos han ayudado muchísimo en las cuestiones jurídicas durante estos ocho años. También quiero agradecer a quienes trabajaron en el Consejo: Ignacio, Almudena, Encarna, Nuria y Rafael, y por supuesto, a quienes desarrollan el trabajo ahora: Samuel y Sara; sin ellos en el día a día, las cosas no saldrían adelante. Y no me voy a olvidar, de ti, Raquel, que nos has guiado en la mejora día a día de la comunicación y en la relación con los medios, que tan importante ha sido para nosotros. Más allá de nuestra organización, también ha habido personas que me han hecho este camino mucho más sencillo. En este sentido, he de nombrar a Alejandro Acero y Soraya Cubero, que eran mis compañeros de trabajo en la Escuela Universitaria Politécnica de la Almunia de Doña Godina (EUPLA), en los que me he tenido que apoyar más de una vez y de dos, y siempre han estado ahí para lo que he necesitado. Y por supuesto, quiero darle las gracias por su comprensión constante a mi hijo, Carlos, al que le he robado mucho tiempo juntos en estos últimos 8 años.
Uno muy simple y complejo al mismo tiempo: que trabaje por el bien de esta hermosísima profesión, que como sabemos tiene multitud de facetas desarrolladas a lo largo del tiempo: desde los proyectos, las direcciones de obra, la coordinación de la prevención, el diseño y desarrollo de la industria agroalimentaria, las cuestiones ambientales, el desarrollo y evolución de los cultivos para producir más con menos insumos y menos impactos ambientales, las áreas verdes, la topografía, los informes periciales, valoraciones, etc. Un mundo muy amplio.
Cuando has estado tanto tiempo implicado con tu profesión (4 años de secretario y 5 de presidente del Colegio de Aragón, y 8 del Consejo), acabas conociendo muchas cosas de la profesión que de otra manera es muy difícil y, generalmente, queremos más aquello que conocemos. Soy Ingeniero Técnico Agrícola y estaré siempre al lado de quienes trabajen para ella. También he de reconocer, que en algunos momentos, uno siente las ganas de alejarse, porque como todo en la vida, tiene sus momentos dulces y también momentos ingratos.
Aprender a relativizar algunas cosas, tomar ‘una dosis’ de paciencia en el momento oportuno, y sobre todo el valor de trabajar en equipo.
El 75 aniversario, sin duda. Sentir la felicidad de toda le Ejecutiva y de la inmensa mayoría de nuestros colegios y colegiados y colegiadas, y recibir los comentarios de muchos compañeros que se sentían orgullosos de la profesión, fue muy bonito.
No se puede dar gusto a todo el mundo. Y hay que tomar, como hemos hecho, las decisiones que por convicción se consideran adecuadas por difíciles o ingratas que sean.
De haber tenido más tiempo, hablar más a menudo con los Presidentes de los Colegios. Y en algún momento ser más didáctico. Aprovechar las nuevas tecnologías para encuentros más frecuentes con todos los presidentes que nos permitieran organizar los plenos de otra manera, porque son poco operativos, para dedicar más tiempo a decidir las líneas estratégicas del consejo y valorar si vamos por el camino adecuado como colectivo.
Por supuesto, cambiar la imagen corporativa del Consejo, no lo dudaría ni un momento. Y también insistir en la necesidad de una acción más coordinada, de buscar sinergias en la unión de todos los colegios con el consejo.
Van a ser cuatro: trabajo, honestidad, nobleza y gratitud.
Que siga ocupando el lugar que merece entre agricultores, ganaderos e industria agroalimentaria. Que los graduados acaben teniendo los mismos derechos que cualquier graduado de una rama distinta a la ingeniería, y que todos nos sintamos orgullosos de nuestra profesión, porque en el trabajo diario estamos demostrando nuestras enormes capacidades y competencias. Y por supuesto, que los egresados y no colegiados, acaben entendiendo que una profesión unida tiene más posibilidades de conseguir sus objetivos. Y ahora que la soberanía alimentaria de muchos países está en crisis, que seamos capaces todos de contribuir a que nadie pase hambre, ni aquí, ni en ningún lugar del mundo.
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