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José Oriol Comas, expresidente del CGCOITAE: “La figura del Ingeniero Agrícola tiene un porvenir tremendo, porque cada vez se necesitará una mayor especialización”

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27
may
2020

José Oriol Comas, expresidente del CGCOITAE: “La figura del Ingeniero Agrícola tiene un porvenir tremendo, porque cada vez se necesitará una mayor especialización”

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José Oriol Comas nos atiende por teléfono. Su mente es clara y sus 87 años no le impiden recordar con nosotros algunas anécdotas de cuando fue presidente del Consejo de Ingenieros Agrícolas, presidente de su Colegio, el de Cataluña, y presidente de Munitec. Su lucha primordial durante estos años fue la de dignificar y ampliar las atribuciones de los Ingenieros Agrícolas.

Perteneciente a una amplia saga de agricultores, en su destino estaba escrito continuar trabajando en el sector, pero con la diferencia de que él pudo estudiar y se convirtió en el primer titulado de la familia. Como perito agrícola se dedicó en cuerpo y alma a poner en marcha y hacer grande el servicio técnico agrícola de CROS, que por aquellos años era la empresa química más importante de España, donde trabajó durante 36 años.

Esta es su historia, en la que está también un poco de la historia de nuestra profesión y de nuestro Consejo.

¿De dónde nació su vocación de estudiar Ingeniería Agrícola?

Mi familia está ligada a la agricultura desde 1347 y generación tras generación fuimos creciendo. En esto influyó la peste negra, porque hubo muchos abandonos de tierra y los que quedaban trabajando pudieron comprar y hacerse con zonas más amplias de cultivo, y eso fue lo que hicieron los Comas. Tras mucho trabajo, pudieron construir una masía, ‘Can Comas’, que aun conservamos y que ahora es un espacio del Ayuntamiento de Pineda de Mar. En la masía pudieron elaborar aguardiente, que exportaron al norte de Europa, y también aceite, entre otras muchas actividades agrícolas. Eran agricultores, pero preocupados por viajar, instruirse y conocer otros modos de trabajo. Yo crecí con esa influencia, y me incliné por los estudios de Perito Agrícola. Fui el primero en tener una titulación, pero nunca dejé de ser agricultor. Ahora, mi hijo también lo es.

¿Cuál fue su principal batalla como presidente del Consejo de Ingenieros Agrícolas?

En aquellos años a los Ingenieros Agrícolas nos veían como los ayudantes de los Agrónomos y nuestro empeño desde el Consejo era elevar nuestras atribuciones profesionales porque podíamos acometer con solvencia muchos trabajos. Me propusieron a mí como presidente porque buscaban a alguien libre, que no dependiese de ministerios ni políticos, y que pudiese hablar claro. Y bueno, gané por dos votos, así que nos metimos a por todas para conseguir nuestro objetivo. Recuerdo multitud de gestiones, visitas, reuniones con todos los partidos políticos… Tratamos con todo el arco parlamentario, desde el Partido Comunista hasta Fraga. Con el tiempo, los Ingenieros Agrícolas fuimos ocupando puestos de alta responsabilidad: hubo ITAs que llegaron a gobernadores civiles, senadores, congresistas, fuimos ganando fuerza también en las cooperativas, y nos fueron teniendo más en cuenta. Uno de los hitos a nivel institucional fue cuando el ministro Carlos Romero recibió a los 26 presidentes de los Colegios de Ingenieros Técnicos Agrícolas y finalmente, con todo ello, logramos un texto definitivo de las atribuciones que se publicó en el BOE. Afortunadamente hoy la confrontación entre agrícolas y agrónomos ya no existe y la colaboración entre ambos cuerpos se produce a menudo.

¿Cómo ve el sector desde su visión actual?

Yo ya me encuentro muy anticuado, porque solo hay que ver el enorme grado de tecnicidad con el que se gestionan cooperativas y fincas modernas, con análisis de suelo, foliares, corrección de todo tipo de carencias… Y no hablemos de la teledetección, big data, etc. En este escenario, la figura del Ingeniero Agrícola tiene un porvenir tremendo, porque cada vez se necesitará una mayor especialización: interpretación de imágenes, suelos, nutrición, genética… Para ayudar a las cooperativas vamos a ser vitales. Tras esta visión optimista, no podemos dejar de mirar al exterior, donde grandes explotaciones, incluso invernaderos, utilizan ese paquete tecnológico con una gran visión empresarial y dominan el mercado. Esto es algo que hay que tener muy en cuenta.

El sector innova a un ritmo vertiginoso, sin embargo parece que hay problemas perennes, como el dinero que percibe el agricultor por su trabajo, ¿qué opina de esto?

Yo le doy muchas vueltas. El agricultor es una figura importantísima que hay que proteger. Yo digo que es el jardinero del territorio, porque sin ellos habría más incendios, erosión… Es cierto que percibe muy poco dinero, por eso las ayudas son indispensables. Creo además que cada vez tendría que ser más comerciante, para saltarse intermediarios, porque ahí hay mucha oscuridad. Y además deben unirse para ser más fuertes.

Ha presidido el Colegio de Ingenieros Agrícolas de Cataluña, el Consejo de Ingenieros Agrícolas y Munitec, mutua nacida desde el colectivo de los Ingenieros Agrícolas, ¿cree que el corporativismo es más necesario que nunca?

El corporativismo sano, de buena fe, con buenas intenciones, es magnífico. Pero uno cerrado, oscuro, que defiende intereses determinados, ese desde luego no.

Desde su punto de vista, ¿qué cree que aportan los colegios profesionales?

Siempre han aportado muchísimo, especialmente cuando acababas de terminar la carrera. Cuando yo estaba en activo nos proporcionaba trabajos, resolvía dudas, daba soporte jurídico si había un intruso, si hacías alguna factura que no te la querían pagar, ellos te ayudaban con los costes… Luego fue ampliando la actividad a temas culturales, colaboración con otras organizaciones.

¿Qué les diría a las nuevas generaciones de Ingenieros Agrícolas?

Que además de aprender ingeniería y técnica, empiecen por conocer la naturaleza, porque las plantas tienen una sabiduría enorme. Una semilla, por ejemplo, es una maravilla. Es un núcleo de energía recubierto por una capa protectora y con una carga genética que le dice en qué momento ha de germinar, crecer, fructificar, en qué momento entrar en estado latente para aguantar épocas de sequía... Meterse en agricultura sin entender estas pasiones no tiene sentido. Que tengan una visión generalista y que luego ya se especialicen. Un generalista siempre ayuda a un superespecialista, pero si un superespecialista no es generalista, está acabado. Y algo muy importante desde mi punto de vista, que promuevan la colaboración con otros profesionales, que generen equipos.

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¿Cuál fue su principal batalla como presidente del Consejo de Ingenieros Agrícolas?

¿Cómo ve el sector desde su visión actual?

El sector innova a un ritmo vertiginoso, sin embargo parece que hay problemas perennes, como el dinero que percibe el agricultor por su trabajo, ¿qué opina de esto?

Ha presidido el Colegio de Ingenieros Agrícolas de Cataluña, el Consejo de Ingenieros Agrícolas y Munitec, mutua nacida desde el colectivo de los Ingenieros Agrícolas, ¿cree que el corporativismo es más necesario que nunca?

Desde su punto de vista, ¿qué cree que aportan los colegios profesionales?

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