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11 mar 2025
Cofundador y gerente de Hortalan. Colegiado del Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Almería (COITAAL).
Juan Ignacio Requena acaba de entrar en una nueva fase de su vida personal y profesional. Se ha jubilado, pero no desconecta. Un Ingeniero Agrícola, nos dice, no suele hacerlo. Por eso, sigue con el radar de la formación bien activo, y atento a la actualidad del sector almeriense, donde ha hecho historia. Él es parte del equipo fundador de Hortalan, empresa pionera en cultivos hidropónicos bajo plástico. Una empresa que da valor al asesoramiento y que, por ese motivo, está nutrida de un gran número de Ingenieros e Ingenieras Agrícolas.
En esta entrevista hablamos con él de su interesante trayectoria, que también ha estado muy ligada a su colegio profesional en Almería, el COITAAL.
Fue una suma de factores. Desde niño siempre me he criado en el campo y mi vocación era poder aprender y sacar provecho del medio en el que estaba. En la Almería de los años 60, la situación era muy dura porque empezaban a florecer los primeros regadíos en el campo de Níjar, donde yo me he criado. Luego surgieron los enarenados y, posteriormente, la construcción de los primeros invernaderos.
En ese entorno me formé con el objetivo de poder aprender técnicas que me permitiesen desarrollar y rentabilizar mi medio, repleto de tierras fértiles pero en un contexto muy hostil. También encontré estímulo en pensar que podía convertirme en un médico de plantas.
Cuando acabé los estudios en Madrid me vino de nuevo a Almería. Me colegié y al día siguiente ya estaban buscándome para ofrecerme trabajo, porque había un déficit de Ingenieros Agrícolas grandísimo.
El primer año estuve como profesor en la Universidad Laboral de Almería, y luego en un laboratorio de análisis agrícolas. Posteriormente decidí que el mundo empresarial estaba en mis genes y fundé una empresa de aplicación de bromuro de metilo, con la que empecé a trabajar en mi propia explotación como agricultor.
Tras unos años, un señor de Madrid vino en mi búsqueda para dirigir unas 40ha de cultivos en invernadero en Vícar, en el poniente almeriense. Y allí estuve varios años hasta que, junto a mis socios, decidimos fundar Hortalan.
Sin esa experiencia previa como agricultor y con todo lo que fui aprendiendo y desarrollando, quizá no me hubiese atrevido a ser parte de la fundación de Hortalan.
Posiblemente, la misión más importante fue la de encontrar socios con escala de edades, algo que permitía que siempre hubiese alguien al frente. De esta manera, cada 10 años, hay un socio nuevo que releva al anterior, así siempre habrá alguien con savia antigua y savia nueva que continuarán con la evolución de la empresa.
Sin duda, esta experiencia multidisciplinar ha contribuido al éxito de Hortalan.
El viaje se inicia con una experiencia hace más de 20 años. Éramos cinco socios y tres trabajadores, y en el día de hoy estamos rozando los 50. El discurrir ha sido muy suave y, al mismo tiempo, muy intenso.
Los primero años no te das cuenta de que tienes una dedicación de más de 8, 10, 12 horas diarias. Prácticamente estás casi colgado del trabajo, pero posteriormente evolucionas y te das cuenta de que tienes que repartir la actividad laboral, con la familiar.
Como en todo viaje, siempre hay aspectos positivos y negativos. No todo ha sido fácil en esta experiencia. Ha habido también sus sombras y sus momentos delicados. Pero teníamos una visión de futuro, un camino que recorrer y los medios necesarios para hacerlo, así que fuimos superando las dificultades con paciencia, tranquilidad y buen hacer.
Las claves para consolidar el liderazgo en el mercado son siempre fruto de un plan de trabajo tanto a corto, medio y a largo plazo. Contar con el equipo, con los socios adecuados es muy importante, especialmente cuando vienen mal dadas, porque estar todos con la misma mentalidad y empuje es primordial.
Hay que trabajar formando una piña, establecer criterios de trabajo, de formación, de relaciones con los clientes, y que todo eso emerja como una sola voz. Que todo esté consensuado para que la resonancia sea más fuerte.
Cuando empezamos era una novedad y costaba muchísimo trabajo que el agricultor tuviese confianza para entrar en estas nuevas técnicas de cultivos. Teníamos que enseñar desde la Pe hasta la Pa. Toda la técnica de cultivo, manejo de riego, formulación de soluciones nutritivas, manejo del clima…
Fue interesante, porque el salirnos del suelo nos permitió ver que gran parte de las veces en que echábamos la culpa al suelo si algo no iba bien, en realidad la responsabilidad era de manejo del clima.
Esto nos llevó a modificar los invernaderos, que tuviesen más ventilación, ventanas cenitales, es decir, un manejo más automatizado del clima y aplicar técnicas de control de riego, de la conductividad, del ph, de la cantidad de agua aportada, del drenaje de la cantidad de agua excedente, etc. La hidroponía ha sido toda una escuela.
Actualmente, el sustrato inerte se ha reducido a perlita, lana de roca y sobre todo fibra de coco, que permite su uso de forma hidropónica y semi-hidropónica… Se coge lo mejor de cada sistema y permite que en suelos muy cansados los cultivos se desarrollen de forma extraordinaria.
Uno de los valores más importantes de Hortalan es su posicionamiento como empresa de asesoramiento, y esto nos ha hecho distinguirnos en el mercado.
El equipo de profesionales, de ingenieros, que forman el equipo de asesoramiento es la esencia de la empresa y, por tanto, es fundamental para ella. Ellos son el motor y el corazón de Hortalan.
El equipo de ingeniería aporta una formación continua para dar la respuesta necesaria a nuestros clientes.
El colegio profesional fue para mí la continuidad de mi formación.
Por una parte, al acabar la carrera y empezar a trabajar necesitaba un vínculo con los compañeros, y a través del colegio lo tenía.
Pero lo más importante de la colegiación fue el poder ejercer mi trabajo, porque el título te habilita como Ingeniero Técnico Agrícola, pero para poder trabajar como tal, necesitas estar colegiado. Hemos de tener esto claro y dejarlo claro a todos los estudiantes, futuros Ingenieros Agrícolas.
Varias. En Holanda, por ejemplo, donde estuve durante una parte de mi vida, estábamos trabajando con invernaderos de alta tecnología donde pudimos aprender algo muy importante que en Almería no teníamos presente, que era el control de clima, lo que nos llevó a mejorar la estructura de los invernaderos almerienses, aunque fuese en clima pasivo.
Otra experiencia muy diferente ha sido en países en vías de desarrollo, como Sudamérica o países árabes, donde te encuentras con tecnologías muy básicas. Allí aplicábamos los conocimientos que teníamos en Almería para evolucionar sus invernaderos y conseguir unos buenos rendimientos agronómicos. Para eso hacía falta otro aspecto muy importante que era la formación de la mano de obra tanto en hábitos en el trabajo como en conocimiento. Sin ello, cualquier técnica de agricultura se va al traste.
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Colegiado del mes
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