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8 nov 2019
Colegiado del mes
Marcos Vázquez Marey toca muchos palos. Tantos, que por tocar, toca hasta la gaita. Rezuma ruralidad y bonhomía, algo en lo que sin duda ha influido su infancia como niño labriego, rodeado de adultos que vivían por y para la tierra y sus animales. Marcos, Ingeniero Técnico Agrícola y presidente del Colegio ITA de Lugo, se ha embarcado en una de las aventuras más edificantes y complejas de su vida, la de crear el Museo Vivo e Integrado del Campo y la Locomoción Agraria (MUVICLA), y lo ha hecho en la casa de labranza familiar en Traslite, que cuenta con más de 200 años. En el museo hay maquinaria agrícola de gran valor patrimonial, pero su elemento favorito no es ningún tractor histórico, es una higuera, a la sombra de la cual su abuelo le contaba historias del campo, historias que fueron fraguando su amor y respecto por el mundo rural.
¡Creo que si te lo propusiera, no acertarías tanto con la pregunta! Pero no es nada nuevo, la gente del campo siempre estuvo en situación de ‘pluriempleo’ y ‘pluriactividad, si nos expresamos en términos actuales. Y ya que hablamos en terminología técnica, me atrevo a nombrar distintas etimologías referidas a lo que hoy se conoce con el nombre de “explotación”, apellidada agrícola, ganadera, forestal, etc. Pues bien, esa palabra me parece tremendamente inadecuada para los tiempos que corremos, puesto que, a los labradores entonces, ¿cómo tendríamos que llamarnos?, ¿explotadores?. Seguro que no lo somos, es más, los que intentamos hacer las cosas bien somos casi todos/as. Y los animales que están a nuestro cargo, viven mejor probablemente que nosotros. En todos los idiomas hay palabras hermosas para nombrar al labrador y a la casa de labranza, con lo que invito a usar nuestra gran riqueza lingüística y semántica.
Volviendo al inicio de la respuesta, ¿en qué casa de labranza del pasado no había una persona que era labriega, herrera, cantera, herradora, herrera, música, emigrante, etc.? Si lo miramos de forma más profunda, incluso se puede detallar más la pluriactividad o el pluriempleo, el labrador/a busca el punto de tempero a la tierra, la abona, la siembra, recoge, cuida animales, maneja máquinas caras y complejas, vende sus productos, compra sus imputs, gestiona a nivel contable y administrativo toda la burocracia… Los labradores actuales tuvimos más suerte, y los que quisimos pudimos estudiar todo lo que quisimos, y ahora, somos también, además de labradores, ingenieros, abogados, lo que sea, o sea, podemos ser, como siempre polifacéticos.
Supongo que más o menos lo mismo que poner en marcha cualquier iniciativa emprendedora e innovadora, con el agravio de que los museos aún no están reconocidos por nuestra sociedad a un nivel óptimo. Además, el estar en una zona rural no supone ninguna ventaja, ya que pese a lo que se dice, no hay ayudas efectivas contra la despoblación. Ha sido difícil y costoso llegar hasta aquí, pero la satisfacción de seguir dándole vida a una “Casa de Labranza” con más de 200 años de historia, motiva a niveles altos.
MUVICLA empezó a gestarse en el año 2003, cuando yo restauré el primer tractor clásico con dinero procedente de mi pluriactividad. La burbuja fue creciendo, y con ella la idea de hacer un museo, para dar visibilidad al patrimonio arqueológico industrial agrario. Nuestro fin más importante es divulgar los valores intrínsecos al trabajo de la tierra, a conectar, a ilusionar, y a demostrar a la sociedad en general que es posible y necesario vivir de cara al campo, no darle la espalda.
Respuesta extraña, pero coherente porque es un museo vivo: la higuera, que preside la finca “A Aira” (“La Era”), que fue plantada en el año 1916 por mi abuelo paterno Manuel. Bajo ella, a su espesa sombra, aprendí a amar la tierra, a su gente. Mi abuelo, sentado a mi lado, me decía: “Mientras nosotros estamos sentados a su sombra, ella trabaja para nosotros, dándonos cobijo y alimentando a sus higos. A su vez, los terneros crecen, y nosotros aquí seguimos, sentados a su sombra… ¿Te das cuenta de lo ricos que somos?”
Si hablamos de hierro, no puedo dejar de nombrar al Ferguson TEA 20, obra maestra de la mecanización agraria, al ser el primer tractor con elevador hidráulico a tres puntos (como todos los actuales), con volante recubierto de pasta, con silenciador en la línea de escape y con arranque eléctrico. Además, encierra en su argumentario el querer ser el tractor más moderno al precio que podía pagar el agricultor, una interesante filosofía que fue entendida por millones de labradores del planeta. El TEA 20 que tenemos en MUVICLA, es el primero en tener matrícula histórica en Galicia, puesto que hasta ese momento sólo había coches, motos y camiones con esta cualificación.
Haber nacido en un lugar y en un tiempo tal vez sea el mayor detonante. Los que fuimos niños/as labriegos siempre nos llamó andar en tractor. Muchos/as perdieron esta afición por el camino, tal vez por la presión de los tópicos injustos y tóxicos contra el campo, pero yo, y muchos otros, nunca ocultamos que era una gran fiesta ir en tractor a una feria, llevando en el remolque productos de casa, qué placer. Yo disfruto conduciendo un tractor, opinando sobre cómo mejorarlos y sobre cómo debemos adaptarlos a las necesidades reales del territorio, y no al revés.
Creo que todo. Considero que la universidad debe formar para la producción directa de la tierra, o sea, ingeniería agrícola, especialidad labriega. El campo siempre necesitó de la mejor gente, y la tuvo. Sin ir más lejos, ¿quién alimentó a la población en la postguerra española? Ni más ni menos que los que fueron injustamente tratados de paletos y de pueblo, que con su humildad y trabajo, fueron capaces de producir para que todo el mundo pudiera llevarse algo a la boca… Por suerte, este fenómeno, el de la gran capacidad de nuestros predecesores en el campo, ya está estudiado a nivel científico por muchas universidades, con conclusiones claras al respecto sobre la gran capacidad de la gente que pobló el campo en las épocas difíciles de verdad.
Hoy tenemos muchas oportunidades, el acceso a la formación avanzada está democratizado (y esperemos que se siga manteniendo este parámetro), con lo que tendremos mejor campo. Lo digo con humildad, pero creo que si no tuviera toda la formación que tengo, y no tuviera tantas vivencias intensas en el mundo profesional, tal vez no amaría tanto el campo.
Es la gran mirada, como ya apunté en otras respuestas, porque MUVICLA tiene más contenido social que patrimonial y personal; cualquiera que sepa de museos entenderá lo que digo. Si esta iniciativa no es capaz de generar infinitamente más ilusión que dinero, sinceramente, no merece la pena. Esperemos a ver lo que nos cuenta el tiempo, que lo acaba aclarando todo.
NO.
El museo está muy bien visto por todas las administraciones, y me siento muy apoyado por personas de gran capacidad, pero, ni el museo ni mi pluriactividad se ven identificadas como perceptoras de ayudas. Podría asimilarse a una situación de “agricultura a tiempo parcial”, para decir que es la gran abandonada, porque no percibe ayudas, lo cual la sitúa en situación de desventaja frente a una agricultura a tiempo total, sin mirar ningún otro parámetro de eficacia o eficiencia. Los que hacemos muchas cosas, entre las que destacamos la agricultura, no se nos considera agricultores profesionales por muy bien que hagamos las cosas.
Los parámetros que se inducen desde no se sabe muy bien qué sectores son analizar los litros de leche que da una vaca, la materia seca del maíz por tonelada o por hectárea, o la producción de toneladas de madera de eucalipto, pero no se valora ni se insta a que se sepa cuánto produce un metro cuadrado de tierra, ni cuál es su oportunidad no sobrepasando los límites naturales de la misma como elemento vivo que es. El cambio de paradigma es necesario. Sonriamos al campo, mirémoslo de frente. Escuchemos a su gente, valorémosla, y las consecuencias serán perceptibles, sin duda.
Para mí, la España vaciada no existe, aún está llena de culturas, de lenguas, de vivencias, de arquitectura, de paisaje, de estructuras territoriales dignas de estudio… Existe la España despoblada por no preguntarnos:
-¿Quién, de dónde y cómo se explotan los datos?-¿Quién intenta llegar a acuerdos?-¿Quién ve crecer su ego en función del tamaño de las cosas?-¿Quién quiere que siga la batalla sobre lo que es correcto o no?
Para el no ajeno: que venga reforzar su autoestima.Para el ajeno: que venga aumentar su repertorio de ideas de cómo no vivir de espaldas al campo.
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